Y cruzaste la última frontera
Así ha sido, has cruzado la última frontera, una de las muchas que en tu vida tuviste que sortear. Detrás de esta ya no quedan más, puedes quedarte tranquilo allá donde estés. La que ahora has atravesado está resultando ser la más dolorosa `para todos nosotros, para todas nosotras. Te nos vas y ya no volveremos a verte caminando a nuestro lado, como hiciste siempre, eso sí, un paso por delante porque se necesita alguien valiente que nos guie a todos y ese fuiste tú, cada día, en cada momento, por difícil que este fuera. Tu sentido de lo común , de lo de todos y todas te hacía estar siempre pendiente de lo de los demás, mucho antes que de lo tuyo. Solo hay que ver el destrozo que tu marcha nos ha dejado, un dolor inmenso que es solo comparable al amor tan grande que nos dejas.
Sí, estamos destrozado, devastados, vapuleados por una daño que nunca vamos a olvidar, por algo que nuestras estrechas mentes son incapaces de digerir, ¿Cómo es posible, con todo lo que pasaste? Y un instante, un momento fatídico, uno de esos hechos accidentales que llenan el día a día te lleva por delante, eso sí, tras pelear por la vida como tú sabías hacer durante cuatro largos meses de hospitales y operaciones. Y al final, no pudo ser. Y sin embargo, todo este tiempo hace tu vida todavía más digna, la eleva más , si cabe. El modo como te enfrentaste desde el primer día, la manera de darnos ánimos a los que a tu alrededor apenas éramos capaces de ver el daño que la fatalidad había hecho en tu cuerpo, esa forma de estar ante las dificultades hace que tú última lección sea, si cabe, de las más brillantes que nos diste. Jamás la hubiésemos querido pero no nos queda más remedio que tomarla. Te nos vas pero te quedas, y lo haces porque esa última frontera, la que ayer atravesaste, en la que te va a dejar para siempre en nuestros corazones, la que nos va a acompañar cada día y nos va a empujar a seguir hacia adelante en la tarea, que no es otra que hacer este mundo un lugar donde la vida merezca la pena para todas y todos, ese que fue tu deseo permanente.
No es fácil despedirte. Cuesta mucho ver algo diferente a ese dolor inmenso que parece haberse apoderado de todo. Y sin embargo, que sepas, que al fondo, todavía muy al fondo, parece adivinarse una luz, hoy es muy pequeña, pero promete seguir creciendo, protegida al calor del amor de muchas personas que la van a cuidar. Y esa luz, en apenas unas semanas, se hará todavía más grande. Y su esencia estará hecha de lo que tú eras para todos nosotros. Y será capaz de seguir iluminando muchos caminos y guiándonos en nuestro día a día. Qué sepas, amigo Gora, Hermano Gora, ahora que ya eres uno con todos esos Goras que tampoco pudieron cruzar su última frontera, la que les separaba de poder tener un futuro mejor, que ese futuro sigue ahí. Que nos has dado un motivo más para seguir creyendo, para seguir luchando con ahínco por ese mundo más justo que todas y todos ansiamos y que, desde hoy, será uno de nuestros compromisos para avanzar. El deseo de que tu hija viva en un mundo de todas y para todas, sin más fronteras que atravesar.
Hasta siempre Gora